Lideresa asháninka. Presidenta de la Central Asháninka del Río Ene (CARE). En abril de 2014 ganó el prestigioso premio Goldman por defender su territorio de la construcción de dos hidroeléctricas.
Dice que en las comunidades amazónicas, a causa de la falta de luz y señal de televisión, la información sobre los candidatos llega de forma muy esporádica. “Las propuestas plasmadas en los planes de gobierno aún menos”. La que mete el dedo en la llaga de los discursos de interculturalidad es Ruth Buendía, la mítica dirigente asháninka ganadora del importante premio Goldman por su labor en defensa del medio ambiente y hoy presidenta de Central Asháninka del Río Ene (CARE). A través de su institución trabaja para asegurar que exista mayor representación indígena en las instancias de poder. Por eso han organizado un Foro Electoral para este 29 de marzo, en el cual representantes de los diferentes partidos políticos expondrán sus políticas ambientales e interculturales. Luchar contra la destrucción de su territorio empoderó a Ruth junto a su pueblo, los indígenas del río Ene. Pero esa gesta continúa. Porque, por fortuna, nos recuerda, “los asháninkas estamos acostumbrados a luchar”.
Hace poco asesinaron a la hondureña Berta Cáceres, también premio Goldman como tú. ¿Cómo se sigue luchando con semejante enemigo?
Desde CARE rechazamos el cobarde asesinato de Berta Cáceres. Ahora, Berta ha sido premiada por su lucha contra la construcción de Mega-hidroeléctricas que atentan contra la integridad territorial de su pueblo, al igual que yo. Aunque el gobierno hondureño ha lamentado oficialmente el asesinato, este mismo gobierno sigue tejiendo políticas extractivas con las mismas empresas responsables de los asesinatos. Es una hipocresía. Aunque la situación de Berta y la mía es parecida, no es la misma. No tengo miedo. Ser dirigente asháninka siempre representó un peligro. No importa si se trata de la lucha contra la invasión de nuestro territorio, la violencia política, el narcotráfico, las hidroeléctricas o las petroleras estamos muy unidos, preparados y bien organizados para enfrentar cualquier amenaza, venga de donde venga.
¿Cuál es la situación real después del derrame de petróleo en nuestros ríos? ¿Cómo se están movilizando?
Nos preocupa sobremanera lo ocurrido en las comunidades de nuestros hermanos indígenas de la Amazonía norteña. Lo ocurrido es una importante lección para nosotros. En el río Ene se encuentra el lote de petróleo 108. En representación de las comunidades asháninka del río Ene, nos oponemos no solamente a la explotación, sino también a la exploración en este lote, justamente por las catastróficas experiencias que los pueblos indígenas de otras regiones han tenido por esta actividad económica.
¿Cuál es la agenda política actual de los pueblos indígenas amazónicos?
La titulación y la defensa de nuestros territorios. Tenemos, por ejemplo, un problema en la comunidad de Catungo-Quimpiri, en la frontera con Cusco, donde colonos han invadido territorio comunal para plantaciones de coca, y no se van. Otro caso es la comunidad de Alto Camonashari, donde la dirección de agricultura del gobierno regional de Junín se niega a dar reconocimiento legal a la comunidad. Se esconden detrás de detalles aparentemente legales. Lamentablemente, nuestro territorio tiene que ser reconquistado a diario.
¿Qué balance podrías hacer del proceso de consulta previa hasta hoy?
El Estado avanza muy lento y de forma temerosa en la aplicación de esta medida. Hoy hemos iniciado una iniciativa compartida con el municipio de Río Tambo. Vamos a acompañar la primera Consulta Previa a nivel de gobierno distrital del país. Y será la primera con el Estado, ya que nosotros realizábamos ya nuestra propia consulta de base, en la cual los asháninka del río Ene rechazaron la construcción de la Hidroeléctrica de Pakitzapango. Es nuestra principal herramienta en consensuar políticas y lo que nos legitima como organización.
¿Cómo ves que en los últimos años este sea un tema de debate público?
Es importante que los pueblos indígenas hayan logrado visibilizarse como ciudadanos con derecho a participar en la política nacional. Nuestras dinámicas son colectivas. La Consulta Previa es el método que mejor se adecua a esta exigencia. Vemos con optimismo que en el resto del Perú se entienda como una herramienta fundamental para fortalecer la ciudadanía intercultural y la convivencia entre todos los peruanos.
¿Notas que en esta campaña electoral hay preocupación por la situación de los pueblos indígenas?
Notamos que el tema está presente en todos los planes de gobierno. Esto es ya un gran avance. Sin embargo, en sus planes de gobierno aparecemos relacionados a las políticas culturales, como algo folclórico que necesita algún trato especial. Pero no se plantean políticas económicas, productivas o educativas desde la interculturalidad, tomando a los pueblos amazónicos como ciudadanos. Los partidos quizá se preocupan de los indígenas amazónicos, pero los propios indígenas no están involucrados aún en la formulación de estas políticas.
¿Qué huellas ha dejado el conflicto armado en tu pueblo y cómo evalúas que algunos de los candidatos de esa época intenten regresar al poder?
El pueblo asháninka ha sido uno de los pueblos más afectados por el conflicto armado. A diferencia de Lima, donde el periodo del conflicto es limitado entre 1980 y 2000, el río Ene vive hasta la actualidad las consecuencias de este conflicto, y la violencia está aún presente en nuestro medio, aunque obviamente en dimensiones menores. No creemos que un regreso de los candidatos vinculados a la violencia política de estos años representa un regreso de esa violencia, pero sí nos preocupa que han sido, y posiblemente siguen siendo personas que sienten poca empatía por los pueblos amazónicos.
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