Minero del Congo explica en el Vaticano cómo multinacional minera le expulsó de sus tierras

Hèritier tiene 26 años. Es un padre de familia de República Democrática del Congo. Está en el Vaticano para contar su historia y mostrar sus heridas.

Vivía en la Provincia Oriental del país. Se dedicaba a la minería artesanal hasta que la empresa minera internacional, Kibali Gold Mine, compró las tierras en las que trabajaba.

HÈRITIER WEMBO NYAMA

"La empresa se quedó con toda la tierra. Necesitábamos nuestro lugar de trabajo así que pedimos a la compañía que nos cedieran una parte de la tierra y no quiso. Entonces le pedimos que nos diera un puesto de trabajo y también se negó”.

Participó en una protesta para pedir un puesto de trabajo digno. Bloquearon una calle con una hilera de neumáticos ardiendo. Explica que resultó herido cuando el ejército dispersó a los manifestantes.

HÈRITIER WEMBO NYAMA

"Los soldados me tiraron al fuego y me quemé el brazo y la espalda. Dios me salvó y pude salir del fuego. Cuando salí, me apresaron y me torturaron toda la noche. Después por la mañana, el maltrato continuó y me llevaron de pueblo en pueblo”.

Hasta las cuatro de la tarde del día siguiente no llegó a un hospital. Cuando se recuperó, tuvo que huir con toda su familia a Kinshasa, en el otro extremo del país pero tampoco en esta ciudad puede vivir en paz.

HÈRITIER WEMBO NYAMA

"Estoy aquí para pedir ayuda, necesito que se garantice mi seguridad porque me han ido a buscar y tengo miedo de volver”.

Hèritier es una de las víctimas de la corrupción y la violación de los derechos humanos que rodea, en muchos casos al negocio de la minería, en especial, en países como República Democrática del Congo, de extraordinaria riqueza natural pero con uno de los índices más altos de corrupción del mundo.

Contará su experiencia en el encuentro "Unidos a Dios escuchamos un grito” que se está celebrando en el Vaticano y que analiza las repercusiones de la minería.

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